Las Cuatro Partes del Mundo .
Según el historiador Gruzynski, la Monarquía Hispánica se aglutinó en un “crisol de pueblos” de los continentes conocidos, por lo que se produjo cierta globalización, o mundialización, pero no sin resistencia, puesto que se trataba de unificar, en la medida de lo posible, modelos sociales muy distintos, donde la nación hegemónica impondría su mirada al resto del planeta, lo que implica que también crearía buena parte de los estereotipos con los que se percibe cada sociedad no europea.
Una de las preguntas que el historiador se hace es, si tras los conta
Una de las preguntas que el historiador se hace es, si tras los conta
ctos con México, Brasil, las costas de la India o de África, el hombre occidental fue capaz de superar su etnocentrismo.
En el caso español, se aplicaba en los territorios americanos un sistema de gobierno de virreinatos, en los que se seguían las pautas de gobierno recomendadas por Maquiavelo: libertad y autogobierno parciales, respetando ciertos aspectos culturales y económicos pero integrando cada pueblo en la estructura general de las leyes que vertebran el sistema. Por ello, no se trataba de “colonias” sino de reinos y provincias, donde floreció una sociedad híbrida, nueva, en la que el mestizaje sería uno de los aspectos más destacados.
En el campo de las artes, el grabado difundió muy temprano estas diferencias, acompañando el desarrollo de la cartografía, pues ambientaban mapas y atlas de partes del mundo poco o nada conocidas.
Las imágenes resultantes, que se desarrollarían más tarde en manifestaciones como el género pictórico de castas, tomaron elementos provenientes de las clasificaciones antropológicas de los gabinetes, cuya pormenorizada descripción puede parecer racista al hombre de hoy, si bien en su época definían los rangos de una sociedad estamental, pirámide coronada por el hombre blanco de origen europeo.
En este contexto, se representaron los continentes mediante personajes, animales y plantas que los caracterizaban gracias a una determinada selección, que los convertiría en tópicos con el paso del tiempo.
Originariamente esta idea podría proceder de la aplicación de un lenguaje visual basado en alegorías y emblemas. De hecho, en el más conocido, la Iconología de Césare Ripa, tratado que se publica en Roma 1593, ya se representan las cuatro partes del mundo: Europa, África, Asia y América como personajes femeninos con diferentes atributos y de razas diferentes para caracterizar y diferenciar a estos personajes.
Por ejemplo, en el caso de África se personifica mediante una mujer negra, semidesnuda, tocada con una cabeza de elefante como cimera, un escorpión en la mano derecha y en la izquierda una cornucopia rebosante de frutos y espigas. A su lado aparece un león y al otro varias serpientes que se suponen venenosas.
Pero, doscientos años después, la composición ha variado sutilmente: la figura principal no es negra, sino blanca, aunque asistida por dos mujeres negras y lo mismo sucede con las escenas correspondientes a Asia o América, donde solo varía la raza de las figuras secundarias, tal como se aprecia en una serie novohispana del siglo XVIII de los cuatro continentes o Las Cuatro Partes del Mundo, obras de propiedad particular, que fueron presentadas en la exposición Juegos de ingenio y agudeza: la pintura emblemática en Nueva España , celebrada en 1994-95 en el Museo Nacional de Arte de México. La transformación del personaje principal en una mujer blanca refuerza el carácter simbólico de la escena, al igual que el propio estilo compositivo y las vestimentas, muy estereotipadas.
En el campo de las artes, el grabado difundió muy temprano estas diferencias, acompañando el desarrollo de la cartografía, pues ambientaban mapas y atlas de partes del mundo poco o nada conocidas.
Las imágenes resultantes, que se desarrollarían más tarde en manifestaciones como el género pictórico de castas, tomaron elementos provenientes de las clasificaciones antropológicas de los gabinetes, cuya pormenorizada descripción puede parecer racista al hombre de hoy, si bien en su época definían los rangos de una sociedad estamental, pirámide coronada por el hombre blanco de origen europeo.
En este contexto, se representaron los continentes mediante personajes, animales y plantas que los caracterizaban gracias a una determinada selección, que los convertiría en tópicos con el paso del tiempo.
Originariamente esta idea podría proceder de la aplicación de un lenguaje visual basado en alegorías y emblemas. De hecho, en el más conocido, la Iconología de Césare Ripa, tratado que se publica en Roma 1593, ya se representan las cuatro partes del mundo: Europa, África, Asia y América como personajes femeninos con diferentes atributos y de razas diferentes para caracterizar y diferenciar a estos personajes.
Por ejemplo, en el caso de África se personifica mediante una mujer negra, semidesnuda, tocada con una cabeza de elefante como cimera, un escorpión en la mano derecha y en la izquierda una cornucopia rebosante de frutos y espigas. A su lado aparece un león y al otro varias serpientes que se suponen venenosas.
Pero, doscientos años después, la composición ha variado sutilmente: la figura principal no es negra, sino blanca, aunque asistida por dos mujeres negras y lo mismo sucede con las escenas correspondientes a Asia o América, donde solo varía la raza de las figuras secundarias, tal como se aprecia en una serie novohispana del siglo XVIII de los cuatro continentes o Las Cuatro Partes del Mundo, obras de propiedad particular, que fueron presentadas en la exposición Juegos de ingenio y agudeza: la pintura emblemática en Nueva España , celebrada en 1994-95 en el Museo Nacional de Arte de México. La transformación del personaje principal en una mujer blanca refuerza el carácter simbólico de la escena, al igual que el propio estilo compositivo y las vestimentas, muy estereotipadas.